Cristina tiene 27 años y es estudiante de un máster. Vive con sus padres y sus dos hermanos. Trabaja los fines de semana cuidando a niños pequeños. Dice que le dan mucho miedo “los bichos”, pero hace especial énfasis en las cucarachas.
Nos cuenta que, ante la presencia de insectos y otros animales de reducido tamaño, se pone muy nerviosa y no se tranquiliza hasta que estos desaparecen o los echan. Sin embargo, cuando el animal se trata de una cucaracha, necesita huir de la situación porque sino se pone muy mala. Nunca ha experimentado qué puede llegar a pasarle, porque siempre ha pedido ayuda y se ha ido de la habitación en la que se encontraba la cucaracha.
Algunas de las consecuencias que ha provocado la presencia de este animal, son: dormir en casa de su amiga durante varios días después de saber que su madre había visto una en la cocina, esperar en el coche varias horas hasta que alguien llegara a su casa y confirmara que no había ninguna cucaracha, no ir a un viaje de amigos por miedo a que en el lugar que se queden haya cucarachas, o salir de clase y perder un seminario obligatorio por haber visto una cerca de la ventana.
Lo primero que hicimos fue explicarle a Cristina que se trata de un problema relacionado con la ansiedad. Ella sabía muy bien que se trataba de un miedo irracional pero no comprendía por qué le pasaba. Le explicamos cómo funciona la ansiedad y cómo huir de la situación la fomenta aún más. También cómo se construyen las fobias específicas, como es su caso.
Le enseñamos técnicas de relajación para que pueda aplicarlas cuando sienta que se va a poner tan nerviosa que necesita escapar de la situación. También le dimos técnicas para mejorar su comunicación asertiva, para que así fuese capaz de explicar sus miedos a los demás y/o pedir ayuda.
Por otra parte, le ofrecimos ir afrontando poco a poco su fobia. Desarrollamos, junto a Cristina, técnicas específicas para ser capaz de tolerar algunas formas de su fobia, empezando por imágenes.